martes, 4 de septiembre de 2012

SUSPENDIDA EN LA VENTANA



Sus resueltos dedos,
semejanzas innegables de luciérnagas veloces,
pincelan delicados símbolos verde azulados
en la pista nívea de la curvatura de su palma,
bajo el caritativo abrigo de la noche oscura
y el quejido débil
de un eco nómada y aturdido.

Puliendo con finos trazos de sus dedos torpes
los definidos limites de su boca trémula,
seca, ávida,
agitada por el deseo feroz y desatado,
por fantasías ilimitadas e impronunciables.

Con su cara limpia y sosegada,
amplia y hermosa como paisaje andino,
perfumada a mar plagado de estrellas enormes y ebrias …
con su cara de ser dócil e inocente,
engalanada por ojos perfectos y abismales
capaces de ver a través de la densa niebla,
de decolorar matices fuertes con su brillo rutilante
y colorear sombras grises, cobardes y horrorosas.

Ojos grandes
 como montaña y cielo,
donde se conjugan el tiempo caminado
 y el futuro incierto,
ojos quietos
que hablan a través de su mutismo pleno
y permiten olvidar la confusión y el miedo.

Mientras se mueve su inmenso cielo,
se aquieta el piso que a sus pies arrulla,
y el pequeño horizonte se agranda
a medida que se acerca a la ventana
donde yacen placidos sus brazos,
rozando el marco de carcomido roble…

El cansancio vence a la débil noche  
y surge la mañana victoriosa…
despierta el sol apacible, fuerte, cálido
y besa con premura  esa cara limpia, sosegada,
amplia y hermosa como paisaje andino,
perfumada a mar plagado de estrellas enormes y ebrias.

POR: ANA MARIA DELGADO P.

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